jueves, 14 de marzo de 2013

Un 15% de alegría para la industria alimentaria

Un 15% puede ser un porcentaje bajo o elevado en función de cómo se mire. Desde el punto de vista del ahorro energético es, sin dudarlo, un dato que no se puede pasar por alto...y más con la que está cayendo. Si ese porcentaje se traduce en la rebaja que la industria alimentaria podría aplicar a su gasto energético anual, el protagonismo que adquiere es todavía mayor.


Hasta aquí, el tono es puramente hipotético. Pero si a lo dicho añadimos que ese 15% realmente se puede conseguir, la cosa cambia. Y es que, según la experiencia acumulada en otros sectores como el hotelero, sanitario o de ocio, la gestión de la demanda energética dentro de los edificios (inBuilding Smart Grid) permite detectar segundo a segundo los consumos anómalos y corregirlos de inmediato, lo que evita que la factura energética se desmadre.

Obviamente, para conseguir ese 15% de ahorro, cada empresa y cada sector económico debe saber primero qué consume y cómo lo hace. El caso que nos toca en este post es el de la industria alimentaria. Veamos entonces cómo se comporta.

La industria alimentaria es una de las actividades con más peso en la economía española y supone una quinta parte del empleo industrial. Tiene un consumo energético muy importante, al representar el 11% de toda la industria y el 4% nacional, lo que equivale a un gasto de 1.680 millones de euros.

Esto pone en evidencia que las compañías del sector dedican el 2% de sus ingresos a pagar sus facturas energéticas, una proporción que podrían reducir sabiendo en cada momento lo que consumen.

Además, este ahorro aportaría a la industria más recursos para invertir en I+D+i, una de las partidas que más está potenciando en los últimos años para ganar en competividad. Actualmente destina el 0,26% de su facturación (217 millones) a investigación, cuantía que se podría duplicar hasta los 470 millones al reducir su gasto en energía.

De este modo, algo que puede parecer tan obvio como monitorizar en tiempo real los consumos energéticos se convierte en una ventaja competitiva para la industria alimentaria, capaz de ofrecer más valor a sus servicios y productos. Un avance y una alegría que proceden de ese mágico 15%.

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